Este refugio dentro de un edificio en medio de la ciudad fue remodelado pensando en atender las necesidades de la única residente, la distribución abierta que integra áreas sociales y personales permite que la vivienda fluya con naturalidad.

Los espacios abiertos se diferencian por materiales y colores: el vestíbulo, iluminado por un plafón de Barrisol, se enmarca mediante muros negros con molduras y pisos de mármol, mientras que el área social presenta muros blancos con molduras y pisos de madera clara.

Desde la entrada principal se accede directamente a la cocina donde una monumental barra de granito tipo eclipse y lámparas colgantes hexagonales protagonizan el espacio. Dos arcos con puertas de herrería artesanal local conectan la cocina con el área de estar, generando un espacio abierto y continuo que integra la sala y el comedor.

La recámara principal cuenta con muros y alfombrado en tonos blancos que amplían el espacio visualmente, contrastando con carpintería y textiles en color negro. El vestidor, concebido como showroom personal con un tinte vintage, se ilumina con lámparas circulares de techo. Estas resaltan la materialidad semi-traslúcida de las puertas del closet en color bronce.

El proyecto, inspirado en los estilos parisino y neoyorquino, combina tonos blancos y negros con superficies de nogal y mármol, mientras que acentos de color en cuadros y piezas escultóricas aportan dinamismo y riqueza visual, dando como resultado un apartamento chic, sofisticado y original.