La remodelación de la Casa Club respetó los elementos originales del lugar. En lugar de demolerlos, se decidió conservarlos y complementarlos. Se incorporaron grandes cubiertas a un agua, construidas con vigas de madera y se reforzaron por estructura metálica, integrando iluminación que acentúan los detalles constructivos aportando una apariencia moderna. Además, se utilizó cancelería, permitiendo una conexión visual con el entorno.

El proyecto además de funcionar como la entrada principal del hotel y del club de golf, también actúa como articulador y recepción, separando las áreas.

Desde el acceso principal, un amplio pasillo recorre linealmente el espacio. Este pasillo genera un ritmo visual delimitado por columnas de mampostería; de un lado se abre hacia las vistas panorámicas del paisaje de Valle de Bravo. El recorrido, que atraviesa longitudinalmente la Casa Club, propone una experiencia de integración entre el interior y la naturaleza abriendo y cerrando los espacios.

A lo largo del pasillo se colocaron salas de descanso como área de recepción, amuebladas con sillones cómodos en tonos claros. Estos espacios se delimitan mediante muros de tabique que funcionan como chimeneas, generando una atmósfera cálida y acogedora. La ambientación combina elementos rústicos con detalles artísticos, integrando esculturas, cuadros y macetas de barro que aportan carácter al conjunto.