Ego es una tienda boutique de accesorios de viaje y libros, que forma parte del hotel Avándaro. A pesar de su escala reducida, el espacio se diseñó para aprovecharse al máximo. Su estética contrasta con la materialidad tradicional del hotel mediante el uso de herrería en color negro, madera en mobiliario y una cuidada iluminación, logrando al mismo tiempo un espacio que dialoga con los muros de tabique, las vigas de madera expuesta y los techos inclinados característicos del conjunto.

El acceso a la tienda se da desde el vestíbulo principal. Su ubicación le permite integrarse al abrirse hacia el pasillo mediante ventanales. Estos conectan visualmente con salas de descanso y con vistas hacia el campo.

Desde el exterior, la tienda se enmarca con una marquesina de placa metálica negra que contrasta con la tonalidad rojiza de los ladrillos. Columnas de tabique dividen el espacio, mientras que la cancelería negra permite transparencia entre el interior y el exterior.

El espacio, de forma rectangular, se organiza con el mobiliario de madera y estructura metálica en herradura que cubren los muros laterales casi de piso a techo, cuenta con una escalera metálica móvil que facilita el acceso a los niveles superiores. Las repisas fueron pensadas estratégicamente para colocar los artículos de venta, haciendo un juego de tamaños y de inclinaciones, permitiendo una organización eficiente y estética. En la parte baja del mueble se utilizó como base, un conjunto de compartimentos de almacenamiento cerrados, construidos en madera de tonos claros y oscuros, integrándose al espacio.

La iluminación juega un papel fundamental: desde las repisas con luz indirecta que acentúan los productos, hasta los discretos downlights, logrando un ambiente cuidadosamente diseñado.