El bar de la Casa Club, situado entre el acceso y el restaurante se distingue por ser un espacio de carácter más serio y está pensado pora ser utilizado de noche. A pesar de mantener la misma estructura arquitectónica de techos inclinados con vigas expuestas y duela, la elección de tonalidades mucho más oscuras en maderas y mobiliario refuerza una atmósfera más íntima. El contraste entre los muros de tabique y la madera, sumado a un diseño de iluminación cuidadosamente planificado, otorga al bar un ambiente contemporáneo y sobrio.

El espacio tiene una configuración rectangular; a lo largo se ubica una contrabarra que recorre todo el espacio y funciona como el elemento protagónico del proyecto. Esta pieza está compuesta por nichos de diferentes tamaños, iluminados sutilmente para resaltar las botellas, algunos de ellos cubiertos con malla de herrería negra.

Frente a la contrabarra está la barra principal. A diferencia de aquella, ésta se concibe como un elemento más limpio y sobrio.

En el costado opuesto, un ventanal de cancelería negra se abre hacia una terraza. En la transición entre el interior y el exterior se colocó una platabanda negra en plafón con un cajillo de iluminación indirecta y un discreto riel con downlights que iluminan las mesas.

En planta, el espacio se organiza mediante dos mesas de billar que se convierten en esculturas dentro del ambiente. Encima de ellas se colocaron candiles de estética industrial, suspendidos por tensores sujetos a las vigas de madera.